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in Cuadernos de Historia
Mario Garcés Durán. Pan, trabajo, justicia y libertad. Las luchas de los pobladores en dictadura (1973-1990)
Mario Garcés ha dedicado gran parte de sus investigaciones a la historia de los pobladores en la segunda mitad del siglo XX. A través del análisis de fuentes primarias y, especialmente, del empleo de las herramientas de la historia oral, ha buscado develar la condición de sujetosagentes de los pobladores en los complejos procesos de la historia nacional. Sus repertorios de acción, sus formas organizativas y sus reivindicaciones han sido las dimensiones que ha estudiado para conocer lo que define, en este nuevo libro, como “el movimiento social más exitoso de la segunda mitad del siglo XX chileno” 1 .
En Pan, trabajo, justicia y libertad vuelve a poner la atención sobre dicho problema y sujeto de estudio, centrándose esta vez en lo que denomina el segundo gran ciclo de movilizaciones de los pobladores, el cual tuvo lugar entre 1976 y 1986. Según señala, dicho proceso estuvo articulado, en un primer momento, por las redes de solidaridad que los pobladores construyeron entre 1973 y 1982 y, en un segundo momento, por su participación protagónica en las Jornadas de Protesta Nacional contra la dictadura. Según Garcés, la experiencia de ambos momentos hizo de los pobladores el sector social más activo en la lucha contra la dictadura, lo cual, paradójicamente, no se tradujo en proyección política. Por el contrario, señala el autor, en el proceso de transición a la democracia ocuparon, junto al resto del mundo popular, una posición secundaria. A partir de esto, cómo fue que los pobladores se constituyeron en un actor central en la lucha contra la dictadura y cómo es que fueron relegados en el proceso transicional son las preguntas que aborda a lo largo del texto, principalmente en los capítulos II, III y IV.
Respecto al primer momento señalado, Garcés plantea que poco tiempo después del golpe de Estado se comenzó a desarrollar, contra todo pronóstico, un proceso de reconstrucción del tejido social popular, el cual implicó el despliegue de distintas instancias solidarias que los pobladores, en estrecha alianza con la Iglesia, organizaron. Comedores infantiles, escuelas populares, jornadas culturales, entre otras, fueron las actividades que se levantaron para hacer frente a las malas condiciones de vida de los sectores populares.
Según el autor, la Iglesia y las comunidades cristianas desempeñaron un papel fundamental en esta etapa, pues colaboraron activamente con los pobladores y promovieron que estos gestionaran por su propia cuenta las instancias de solidaridad popular. Sin embargo, aun cuando la presencia de la Iglesia fue un factor clave en la reconstrucción del tejido social popular, a la larga generó, según Garcés, cierto grado de dependencia que afectó la capacidad del movimiento de pobladores para proyectarse como un actor político autónomo. Aun así, al compás de este proceso se fue “reconstituyendo al movimiento popular chileno como un actor colectivo capaz de oponerse a la dictadura” 2 , lo cual se expresó en el segundo momento de este ciclo de movilizaciones de los pobladores: las Jornadas de Protesta Nacional.
Entre 1983 y 1986, en medio de una grave crisis económica que afectó principalmente a los sectores populares, distintos actores sociales y políticos dieron vida a las llamadas Jornadas de Protesta Nacional. Los partidos políticos, recién sacudidos de las consecuencias de la clandestinidad y la represión, rearticularon a una oposición que logró convocar, junto a las organizaciones sociales más visibles, a amplios sectores del Chile de ese entonces. No obstante, según sostiene Garcés, fue el movimiento poblacional el actor más activo de este proceso, desbordando incluso la conducción de quienes convocaban “oficialmente” las movilizaciones. Al respecto, el autor expone que fueron los pobladores los que lograban paralizar la ciudad en los días de protesta, implementando un repertorio de acción propio que además de marchas y barricadas incluía almuerzos para niños y jornadas culturales. Esto estuvo a cargo principalmente de los jóvenes y las mujeres de la población, quienes destacaron, según Garcés, como los principales sujetos de la protesta contra la dictadura.
Cabe señalar que la acción poblacional no estuvo exenta de dificultades, pues los pobladores fueron, antes y durante las Jornadas de Protesta Nacional, un actor expuesto a altos niveles de represión. En efecto, además de las prácticas criminales de los aparatos de inteligencia de la dictadura -secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones- las familias pobladoras tuvieron que lidiar permanentemente con la violenta práctica del allanamiento.
Finalmente, tras el fracaso de las estrategias de la izquierda y la disminución de la fuerza de la movilización callejera, el centro político representado en la Alianza Democrática se hizo de la conducción de la lucha contra la dictadura. Esto condujo a que la discusión girara en torno a una salida pactada e institucional, lo que dio paso a que el itinerario para la apertura democrática fuera el diseñado por la dictadura (plebiscito en 1988 y elección presidencial en 1989). Según Garcés, en este contexto fue que los pobladores, después de ser el sector más activo en la lucha contra la dictadura, pasaron a segundo plano.
Respecto a lo último, el autor esboza algunas hipótesis para comprender la debilidad que tuvo el movimiento de pobladores para proyectarse políticamente en el tiempo. En primer lugar, los grados de dependencia que tuvieron los pobladores de la Iglesia, en un primer momento, y de los partidos, en un segundo, habrían influido en su capacidad de elaboración autónoma de programas políticos. En segundo lugar, el hecho de que las propuestas de cambio de la izquierda estuvieran más enfocadas en cómo derrocar al régimen que en la forma que tendría un nuevo orden social, no permitió que valoraran las prácticas asociativas y políticas de los pobladores y su potencial como proyecto popular alternativo al neoliberalismo. En tercer y último lugar, Garcés sostiene que la estrecha noción que la izquierda tuvo de la “clase trabajadora” le habría impedido reconocer a los pobladores como una “clase popular” que pudiera constituirse como sujeto de cambio.
Para terminar, cabe destacar que este trabajo, además de ser indispensable para estudiar la historia del movimiento de pobladores durante la dictadura, viene a constituirse como un punto de partida fundamental para reconstruir la experiencia de los distintos rostros del mundo poblacional: la infancia pobre, los jóvenes pobladores o las mujeres de pueblo. Del mismo modo, viene a sumarse a la lista de referencias obligatorias para investigar la historia social de uno de los períodos más complejos de nuestra historia.
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Author
Bayron Velásquez Paredes
Universidad de Santiago de Chile. Chile, Chile